La aventura de este viaje empezó semanas atrás. Primero fue el trámite de envío de dos vehículos de apoyo por barco desde un puerto belga llamado Zeebrugge (cerca a Amberres) y luego el trámite de recibir esos vehículos en El Callao (Lima, Perú). La tarea no fue fácil, al contrario, sólo papeleos, en busca de intermediarios, entre otros.
EL CALLAO .- Mi jefe, Rob, tuvo la intención de enviar los vehículos hacia un puerto Ecuatoriano llamado Manta (cerca de la ciudad de Guayaquil), sin embargo, a última hora el barco cambió de itinerario y su puerto de llegada iba a ser El Callao (en Lima, Perú).
Yo nunca imaginé que terminaría en el Callao ejerciendo el papel de una agente de aduanas. Si no hubiese sido además gracias a la embajada del Perú en Holanda, a quienes visitamos antes de empezar este trámite, quizás aún estaría allí en El Callao peleándome con la gente y esperando interminablemente a que me pongan un sello que diga : “apto para el levante”.
Pero así estuve durante 11 días con sus 11 noches. Y después de largas jornadas esperando en las mil y un ventanillas de este puerto marítimo, conseguimos sin problemas sacar los dos vehículos de apoyo de Bike Dreams.
Siempre desde pequeña había escuchado hablar de los malos tratos y manejos del puerto principal de mi país, sin embargo mi jefe en un momento de desesperación aceptó enviar los vehículos. “Madre mía, lo que me espera”, pensé.
Nos hicieron problemas por dos refrigeradoras que llevábamos en el vehículo, además por algunos comestibles (barras de energía para los ciclistas) e hidratantes, incluso por nuestras propias medicinas, y el colmo de todo, por unos mapas de Perú que habían en algunas de nuestras guías de viajes. Los jefes de aduanas nos decían: tienen que nacionalizarlo todo. Y yo les decía: ¿Para los tres días que el vehículo va a estar en tránsito hacia el Ecuador?
“¿Y por qué no los envió mejor al Ecuador?”, me decían los intendentes.
Ahora soy una experta en trámites en puertos marítimos. Al final conseguí que me lo sacaran todo en un día.
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29 de julio
CAMINO A QUITO .- Después de un día de descanso, pues los trámites en aduanas casi acabaron con nuestra energía, nosotros partimos con los dos vehículos: ex-camiones de bomberos (ver fotos) hacia el Ecuador. Un viaje de dos mil kilómetros hacia la línea ecuatorial. Y una frontera.
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30 de julio
PIURA .- (ciudad al norte del Perú, en medio de un decierto poblado de algarrobos)
Es como si no me hubiese ido (aquí viví alguna vez).
Las calles son las mismas, los rostros también.
Ésa transversal a mi vieja casa con el mismo zapatero de la esquina, me saluda.
Me asomo ahora a la otra / vieja avenida.
Los mismos árboles que van en medio de las pistas y que yo montaba en bicicleta, sí aquella, la bicicleta que se cuidaba de no pisar los algarrobos, en dirección a la Universidad.
Coches que van y vienen, mototaxistas acelerando e inmiscuyendo, bocinas y tubos de escape que se mezclan y variadas músicas que salen de los parlantes de cualquier tienda, carro, casa, tandas de jóvenes que ríen en las veredas, muchachitas con la cerveza en la mano,
Poco a cambiado, sólo alguna que otra tienda o banco o farmacia nueva, el resto es lo mismo, como si nunca me hubiese ido.
Un taxi me conduce al viejo barrio de los amigos. Los veo allí al llegar, sentados en el muro de una casa, la misma que visitaba con frecuencia hace muchos años, el mismo color, blanca, las rejas negras.
- ¿Le has cambiado las ventanas?
Me abrazo con ellos, los saludo, me río también, la misma.
Me preguntan : ¿qué haces aquí? Les explico.
El viaje Quito – Ushuaia. Los camiones en aduanas. Los papeleos en Lima. Los pocos kilómetros que podemos recorrer por día “porque los camiones no son muy rápidos”, apretas el acelerador hasta el fondo y solo dan 80 por hora.
Bebemos cervezas, visitamos a un amigo a quien no veo hace mucho tiempo , otro aparece por allí y pienso en lo mismo... me cuentan de la vida de cada uno, de los hijos que han nacido, de los matrimonios fallidos... y de lo que pasa en la casa de los vecinos.
Algo ha cambiado, por lo menos, digo.
Ahora duermo casi, después de recorrer las arterias de esta ciudad polvorienta.
Que siempre vivirá así medio dormida sobreviviendo el desierto.
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¿Qué siginifica esa filosofía, volver a esos espacios que se empolvan en el recuerdo y que yacen allí como los libros más viejos de una biblioteca, y que son pocas veces vistos?
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31 de julio
LA FRONTERA .- Salimos temprano a la carretera.
Volvemos al volante por una línea gris que se pierde en el horizonte. Es una línea recta. Un desierto poblado de acacias semimuertas.
Sullana, Talara, Máncora, Tumbes, los nombres de las últimas ciudades en el norte del Perú.
Huaquillas, Machala, las ciudades que nos reciben al sur del Ecuador.
Cruzamos la frontera.
¿Qué cambia al cruzar una frontera?
Las aduanas en la frontera son muy amables. No es un mercado de abastos ni tampoco esa multitud de gente que espera en largas colas a ser atendidos.
Es una frontera nueva. Sin carros, una moderna carretera, nos estampan nuestros pasaportes, el carné de pasajes, nos piden nuestros datos, estamos en el Ecuador.
Primera impresión : otro territorio, el mismo idiomas, pero gente que mira diferente.
Es así, las miradas, los uniformes de los policías, los vendedores ambulantes a un lado de la carretera, las placas de los automóviles, aunque la música sea casi la misma, son diferentes.
Y también el color del paisaje : totalmente verde. Bananos que crecen sin que se los siembren a lo largo de la carretera y que nos acompañarán hasta llegar a Quito, la capital del país.
Le pregunto a un guardia Ecuatoriano dónde debemos sellar los pasaportes. Me dice que en otro lugar distinto a su puesto fronterizo.
- ¿En aguas Verdes? –le pregunto con mis pocas referencias (Aguas Verdes es lado peruano)
Y después de mirarme un rato medio incómodo quizás recordando una antigua guerra, medio molesto también, me dice :
- No confunda señorita, eso es del lado de allá, del Perú.
Sellamos los pasaportes y seguimos, esa lucha por la frontera que temrinó en la firma de un acuerdo de paz que, atravesando los primeros pueblitos, pienso, que a muchos hasta ahora incomoda aceptar, ese territorio reclamado al Perú, parte del Amazonas, no fue recuperado.
Los pueblos aquí tienen una arquitectura diferente, veredas con portales medianamente hechos y gente friendo parrilladas con todos los tipos de carnes.
Para llegar a Quito aún nos faltan 500 kilómetros, pero mi jefe anda mal.
Mañana intentaremos llegar a un poblado Santo Domingo que en el mapa se ve lejísimos de Machala. ¿Conseguiremos llegar allí antes del anochecer? Mi intención es llegar a Quito pero no depende de mí.
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1 de agosto
SANTO DOMINGO .- Dormimos aquí. La ciudad no es nada de otro mundo, varios negocios de pollería, internet, tiendas pequeñitas. dormimos en los camiones, en un Centro Cristiano. Paso una mala noche, ya quiero llegar a Quito.
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2 de agosto
QUITO .- Llegamos a Quito. A esta ciudad larga, de 48 kilómetros de largo metida en un valle.
En el hotel me encuentro con los participantes, de varios países, cada uno un nombre diferente. Voy a la habitación del hotel para dormir lo que queda del día. Poco a poco los iré reconociendo. Necesito descansar un poco antes de empezar estos 128 días.
En la tarde me encuentro con una de mis grandes amigas. Bebemos un café en la Plaza Foch, famosísima por sus bares y restaurantes.
Al día siguiente despierto : ahora sí a preparar la inauguración del viaje.