Después de unos días de descanso en Salta llego a Chilecito, en Argentina.
Chilecito es una ciudad pequeña en el norte del país. Tengo que hacer malabares para llegar allí, coger un bus interprovincial que me acerque lo más posible a ese poblado, en la provincia de la Rioja, a mil kilómetros de distancia de Salta. Después de varias horas en el bus hacia la capital de la provincia, tomo una combi hacia este poblado. Hace demasiado calor. Y la gente duerme su siesta.
Confieso que me cuesta mucho volver al ritmo de la bicicleta. El grupo está alojado en un hotel de la ciudad. Todos me saludan emocionados al verme. Las típicas preguntas : ¿Dónde has estado? ¿Qué has hecho en Salta? Las respondo tímidamente.
Al día siguiente enrumbamos hacia el sur, ahora nos toca alcanzar Mendoza, en seis días con sus noches.
El primer día alcanzamos un poblado llamado Villa Unión, en medio de un desierto caluroso. Atravesamos unas montañas de rocas rojas en las que se ven cóndores planear en las alturas. Acampamos en un campamento de Aca (Automóvil Club Argentino) que está de menos. Allí nuestra nueva cocinera, Ellen, muestra sus dotes gastronómicas y nos prepara un excelente pollo al curry.
El ritmo de Bike Dreams es muy intenso. Todos los días nos levantamos a las siete de la mañana, desayunamos, subimos a la bicicleta y pedaleamos más de cien kilómetros. Llegamos al campamento, comemos y dormimos. Y al día siguiente el mismo ritmo.
Al día siguiente continuamos hacia San José de Jáchal. Dejamos la provincia de La Rioja y entramos a San Juan. En Jáchal dormimos en un pequeño hotel. Y sólo quiero comer y dormir.
De Jáchal seguimos ruta hacia Tocota, un puesto de control militar, desolado en medio de la pampa. Allí recordamos nuestros tiempos en el Perú y Bolivia, en la altura y el frío. Las carpas amanecen congeladas y yo también.
Extraño los días en el Perú, donde a cada kilómetro se ofrece algo nuevo, además los niños corren detrás de los ciclistas, dicen hola al unísono, y en cada poblado hay gente curiosa que pregunta de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Aquí no. Todos duermen la siesta cuando llegamos a los campamentos y hacen vida nocturna, incluso los niños, cuando nosotros nos vamos a dormir. Sólo comemos y dormimos y al día siguiente nos levantamos de nuevo para pedalear.
Los paisajes argentinos son pampas inacabables, caminos rectos y sin fin. A siete semanas de llegar a Ushuaia, que es mucho tiempo todavía, confieso –de nuevo- que estoy cansada.
¿Llegaré a Ushuaia?