La novia de Axel, el primer accidentado de la ruta, curándole las heridas |
Nuestra llegada al Perú después de varios días por el país vecino me hizo recordar a todas aquellas veces que he vuelto a mi país por tierra. A Tacna por tierra, a Tumbes por tierra, a Puno... ahora a Piura por tierra. Y esos desiertos.
La historia empezó un poco antes, al lado del Ecuador, cuando muy temprano todos en fila frente a la ventanilla de migraciones tuvimos que cambiar al guardia de turno por uno más sobrio. Borrachísimo estaba, intentando encender su computadora y peor aún recordar su clave. Me decía: "Venga gringuita a ayudarme". Y poco le pude ayudar. Lo mejor que pude hacer fue buscarle a un sustituto.
Los árboles de ceibos a lo largo de la ruta |
Después de sellar los pasaportes y cruzar el puente que divide a un país del otro, hacia el lugar de bandera blanquiroja, empezamos a montar la bicicleta por la carretera hacia la costa peruana. Muchos turistas me decían : se nota que hemos cambiado de país. Atrás quedaron los ceibos, los bosques secos, las montañas verdes ecuatorianas, ahora en territorio yermo con desiertos semi-desolados y carreteras negras que despiden calor.
Primera noche : Chulucanas, una ciudad en medio de algarrobos, muy cerca de Piura.
Me escapo a Piura por la tarde en busca de buenos amigos y un poco de tranquilidad. Llego a la ciudad en un bus de civa envejecido a un terminal de buses en un distrito llamado Castilla. La ciudad es la misma: polvorienta, llena de ruido a mototaxi y con algarrobos que se mecen con el viento. Dicen que hace frío aquí.
Las ofertas de algunos restaurantes a lo largo del camino |
Por la noche bebo unas cervezas con unos amigos. Qué buenos recuerdos allí al lado de La Habana del Santa Isabel, ese lugar ya no existe, ahora se llama Carbón, dicen que se va a abrir un uruguayo, y que la gente tiene más sitios a donde salir. Al día siguiente me invitan a dar una clase de Nuevo Periodismo frente a un grupo de sesenta estudiantes. La experiencia del aprendizaje multiplicada en mi recuerdo.
Segunda noche : un bushcamp en medio del desierto en un lugar cerca a Motupe, rodeado de piajenos, perros que ladran, aves con cantos nocturnos y yo que no estoy y desaparezco.
Tercera noche : me encuentro con los ciclistas luego de dos días de escape por Piura. Estamos en Lambayeque, la ciudad del Señor de Sipán, y de los kinkones, un dulce a base de galleta y dulce de leche. Visito por tercera vez el museo de sitio; vuelvo a impresionarme con el arte Moche. Ellos estaban realmente adelantados a su tiempo.
Ciclistas escoltados por policías |
Cuarta noche : un rico cebiche con chicharrón en una terraza del hotel La Estación en Pacasmayo. Qué delicia ver el atardecer hundirse en el mar.
Quinta noche : Qué día caramba. Varados en medio de la ciudad sin gasolina gracias a un chofer que se olvidó echarle combustible al vehículo de apoyo de Bike Dreams en los últimos cinco días. Palabras vienen, palabras van. El camión rojo de bomberos con el capote parado en medio de una avenida bastante transitada de Trujillo. Vivimos momentos de malestar pero terminamos comiéndonos un helado al lado en la vereda.
David (el chofer) nervioso toma un taxi para comprar gasolina en el grifo más cercano.
Nosotros llamamos a Rob (el jefe) para preguntarle qué hacer.
Los participantes ciclistas están a diez kilómetros sin equipajes.
¿Sabrá David cómo volver al lugar donde estamos varados?, nos preguntamos.
Rob llega en bicicleta al lugar de los hechos.
David intenta encender el carro, pero parece que está ahogado (el carro, no David).
Al final llega el mecánico de Bike Dreams (Ewald que acaba de aterrizar en Perú) adonde está el vehículo para arreglar el problema. Le da aire al motor y funciona.
Partimos.
Yo temrino exhausta después de tanta espera.
Unos cuantos kilos de granola (muesli) para los ciclistas en el mercado central de Trujillo |
Sexto día : Descanso sin descanso.
Despierto después de una noche sin sueño. Y todos los participantes del grupo quieren que los ayude : uno se habia olvidado los zapatos en Pacasmayo (toca llamar al hotel), otra mandó componentes de bicicleta por DHL y aduanas lo ha retenido (nuevas historias en aduanas, nooo), y lo peor de todo : Rob (el jefe) contrató a un masajista QUE ES CIEGO.
Y a quién le tocó ayudarlo al pobre caballero, don Pedrito se llamaba... a mí : indicarle a la gente que se desnude y se eche encima de sus camas, advertirles que es un masaje suave y no violento, y traducirle a don Pedrito.
Mañana partimos hacia la sierra peruana... cañón del Pato, Caraz, Huaraz... nuestros primeros kilómetros en pura trocha por las carreteras del interior del país. Así un vistazo rápido en nuestros últimos días... y muchas más historias por venir !