LLEGO AL AFRICA a montar bicicleta, con un grupo de veinte personas.
-¿Montar bicicleta?, me diría una comparñera de trabajo en Holanda.
Cinco mil quinientos kilómetros en bicicleta a lo largo de la sabana desde Dakar (Senegal) hasta Accra, la capital de Ghana.
-¿Y para qué te vas hasta allá a montar bicicleta?
-Porque me gusta viajar en bicicleta.
-¿Pero en el África? -Porque me gusta viajar en bicicleta.
Allí sí que no sé qué responder. Imaginarme pedalenado en el África, en medio del calor, en un continente tan lejano, tan olvidado.
Es difìcil montar bicicleta en el África. Parece fácil porque es plano, pero recorrer ciento veinte kilómetros diarios a cuarenta grados de calor, es puro estado mental.
CONFIESO QUE ME cuesta entener al África, quizás aceptarla. Llevo ya varios días pedalenado y el hecho de ver a las adolescentes embarazadas me conmueve. ¿A qué edad empieza su reproducción? Las mujeres siempre andan por las carreteras cargando leña, bidones de agua, comida sobre sus cabezas (mirar cabecera). A veces las veo preparando la mandioca, limpiando el piso de sus casas, dándole leche a sus hijos. En un pueblito leo un letrero que dice “no a la circuncisión de las mujeres”, en otro veo a una de ellas cargando a un bebe a la espalda, con otro en la mano y embarazada. Su destino ya está marcado: a los quince serán entregadas a sus futuros maridos (elegidos por sus padres), les harán la circunsición, a los deiciséis dan a luz a su primer bebé. Los hombres tienen una o dos o tres mujeres. Eso es normal aquí. Los hombres están sentados mirando cómo trabajan y dan a luz, pocas veces se les ve cargando algo sobre sus cabezas. ¿religiòn? Me pregunto por qué ese destino tan marcado del sexo femenino? ¿Por qué esa sumisión y entrega absoluta al marido? ¿Dónde empezó todo esto? ¿Cuándo, cómo? Difícil entenderlo, yo como mujer, difícil aceptarlo. Yo las saludo cuando paso en la bici. Ellas me miran sonrientes. ¿En qué pensarán?
HOY ES EL DíA más difícil. Mucha gente me pregunta por qué hago esto o por qué hacemos esto nosotros los fanáticos ciclistas. Hoy es de esos días en los que me pregunto el por qué y no sé qué responder. Somos veinte personas en medio de la sabana pedaleando en línea recta hacia la frontera con Benín. Felizmente tenemos dos vehículos de apoyo que nos acompañan y preparan el campamento. Las noches las pasamos durmiendo en nuestras tiendas de campaña, en donde caiga el día, y comemos lo que la cocinera de la organización nos cocina.
-¿Y qué van a comer? –pregunta mi compañero de trabajo días antes de que despegue hacia Ouagadougou.
-Lo que encontremos en el camino...-Pero si allí no hay nada.
-Estamos llevando suficientes municiones.
La cocinera del grupo se llama Ellen. Ellen es una gran cocinera adaptable a las circunstancias. Prepara desde pasta a la boloñesa hasta arroz con pollo y sopa de calabaza. Para ella esto es también un reto porque a lo largo del camino no hay mucho qué comprar. A veces plátanos, maíces, en alguna parte he visto papas. La gente aquí se alimenta de pescado y mandioca. Su dieta diaria.
La bicicleta tiene un poder potencial , una rareza, de aquellos que te atrapan y no te dejan. Como hacer el amor. Pedalear es un movimiento vicioso como la droga, uno empieza y no lo deja, la sensación de libertad física y mental acapara: el ritmo del pedal, el cansar tu cuerpo, el retar a tus piernas... el cansancio que producen los deportes de fondo producen la dopamina... una forma de estar dopado.