Estoy en Salta (Argentina) de exiliada, por una semana, visitando librerías, escribiendo historias, leyendo libros que nunca terminé de leer. Dándome tiempo para mí misma y para los argentinos (ché). Me estoy alojando en un hostal en el centro de la ciudad, una casona antigua con dos patios interiores y habitaciones de estilo colonial, y una señora muy linda que administra todo el local. No estoy segura de cuántos años tiene la señora, pero parece entrada en edad, además que toda la familia la ayuda con el lugar. Ella es española.
Salta es una ciudad del norte de Argentina entre andina y porteña, con gente de todos los rasgos y estaturas. La ciudad tiene varias plazas y caminos peatonales por el que es fácil transitar. Pero siempre está lleno de gente. Nunca he visto tanta gente como en Salta. Y tantos negocios : los panchos, por ejemplo, que son hotdoguerías, están por todas partes. Además hay lugares desde donde se puede llamar al teléfono, y miles de zapaterías, tiendas de ropa, y un mercado central, como en las ciudades del Perú, Bolivia o Ecuador.
Contrario a lo que yo me imaginaba, Salta no se parece ni a Buenos Aires ni a Mendoza. Quizás en eso radica su belleza : la diferencia con otras ciudades del país. Aquí no he encontrado muchos restaurantes que vendan parrilladas, pero sí los famosos bifes argentinos y también las milanesas. Hay también lugares que venden comidas regionales : quinua, locro, seco... comidas que en Ecuador, Perú y Bolivia, también las venden. Y ambulantes que recorren las calles y los cafés más turísticos vendiendo charangos y hojas de coca de La Quiaca.
Salta no es sinónimo de tango ni de mate. Es más bien sinónimo de chacarera, coplas, carnavalitos y milongas. De aquí surgieron Los Chalchaleros, de los valles Calchaquíes.
Los horarios, además, son estrambóticos en Salta. Todo empieza a las 8:30 de la mañana pero todo cierra a la 1:30 pm. El primer día que estuve aquí no sabía qué hacer toda la tarde. Los salteños duermen la siesta, deporte sagrado regional y nacional, durante 4 horas por lo menos. ¿A qué hora abren? Las tiendas abren a las 5 de la tarde y los restaurantes a las 8 de la noche. A veces veo niños corriendo en los restaurantes a las 11 de la noche. Y me pregunto : ¿Y a qué hora los acuestan?
Salta es una ciudad de muchos contrastes que me gusta disfrutar. Sólo me queda acomodarme al horario y a los gustos salteños.
Ahora veo mi reloj y ya es la 1:30 pm. Mejor me voy a comer algo, sino me cierran los restaurantes y los quioscos.
Los ciclistas están camino al sur hacias las ciudades de Cafayate, Santa María, Hualfín, Chilecito (todo en la Argentina). Pronto les daré el alcance.