viernes, 3 de septiembre de 2010

De campaña política en descenso


- Te pinto tu casa -me cuentan.
- Te pinto tu casa pero la pinto con letras y con un corazón de Somos Perú o una lampa de Acción Popular o una estrella del Apra o ...
- ¿A cambio de qué?
- De que votes por mí.

Casas pintadas, paredes pintadas, camionetas con parlantes, postes con pancartas, árboles con símbolos, eso se ve a lo largo del camino hacia Huánuco.

"¿Van a haber elecciones?", me pregunta una de las participantes, Rachel, una de las más jóvenes.



Marca el pan,
Marca la cuchara,
           la mano, el cóndor, el águila, el león
Koko Giles
Lucho Cárdenas
Felix Acosta
           por el pueblo de Kichki
           por Chavinillo y Tingo Chico
           por La Unión

Pancartas, pintas, en cada poste, en cada casa, en el peligroso descenso a Huánuco.
Curvas cerradas en U, un serpentín de asfalto descendiendo sesenta kilómetros por las quebradas, camiones que vienen en contra y con los cuales casi chocas, la pista es angosta, aquí pueden ocurrir fácilmente accidentes, pienso.

"¿Cuándo alcanzaremos el río?", me vuelve a preguntar Rachel.
Le digo que no lo sé, que no lo veo cerca.

Un perro rabioso sale a nuestro encuentro : persigue a Rachel por unos metros. Yo me detengo, el perro se detiene, me mira y se regresa a su casa.

"Quizás en una hora o dos", le respondo a Rachel.
Y ambas continuamos concentradas en la carretera de la sierra hacia Huánuco, sin cansarnos, distrayéndonos con las pintas y los perros en el camino.

La ciudad olvidada de los Incas

En uno de las etapas más cortas me escapo por otra ruta hacia unos restos arqueológicos llamados Huánuco Pampa o Huánuco Viejo. Estos restos arqueológicos pertenecen a la cultura Inca y fueron una ciudad. Después de ascender unos 12 kilómetros de trocha llegué a una explanada de pastos dorados con animales que caminaban sueltos de aquí para allá y con huellas de varios caminos

Los restos de Huánuco Pampa están excelentemente conservados, aunque falte mucho trabajo de restauración. Fui la única visitante en todo el día. Aquí en esta fotografía junto al único guía del lugar, un señor guardián del patrimonio que vive en un pueblito "cerca de allí". Lamentablemente en algunas paredes hay letras de invasores.



Huánuco Pampa fue una ciudad Inca encontrada por los conquistadores en 1539. Aquí ellos fundaron la primera ciudad de Huánuco, sin embargo, debido a la altura y el frío clima, los españoles abandonaron este lugar para asentarse luego en los valles cálidos, semi-selváticos de la actual ciudad de Huánuco en el Perú. Aquí delante de una de las pocas puertas incas que se han conservado en este centro arqueológico. Una de las pocas puertas con los grabados de dos pumas.

lunes, 30 de agosto de 2010

El dios sonriente

El enorme muro del templo de Chavín


En nuestro día de descanso en Huaraz, aprovecho para visitar los restos arqueológicos de Chavín de Huántar.

Chavín es la cultura precolombina más antigua de los Andes. Sus restos datan de 1,200 años antes de Cristo. Tuvo como gobierno una teocracia y perduraron por 700 años.

¿Su caída? Un misterio. Y como toda la historia andina, su nacimiento como cultura, un misterio también.

Ahora estoy en Chavín de Huántar. El complejo arqueológico comprende dos templos : el viejo y el nuevo templo. Leo en una enciclopedia británica que los chavines construyeron su primer templo (el viejo) en honor a su dios, que nosotros conocemos como El Lanzón Monolítico. El lanzón monolítico están en una galería muy oscura. Entro a la galería y me quedo de una pieza al ver esa sonrisa que guarda la escultura. Un dios sonriente, nada mejor que la sonrisa de los dioses.

domingo, 29 de agosto de 2010


Estos últimos días los paisajes cambian.

Ingresamos a los Andes peruanos desde la costa Norte por un camino de tierra a lo largo del río Santa, un río que nace en los nevados de la Cordillera Blanca (Áncash) y desemboca en el Océano Pacífico.

Las trochas son parte del Andes Trail. Lo dijo muy bien uno de los líderes del grupo: el Andes trail recién empieza aquí, después del Ecuador y la costa norte del Perú, en un camino de grava con piedras y arena que produce dolor en los brazos y las piernas.


Cactus a lo largo del camino, nuestros acompañantes de ruta

La primera noche acampamos dentro de los desérticos territorios del Proyecto Chavimochic, en La libertad (Perú). Elegimos una superficie de cemento, ex-cancha de fulbito, para levantar las carpas, cocinar y pasar una tarde tranquila reparando bicicletas y mirando el atardecer. 

- ¿Por qué abandonaron este pueblo? -me pregunta uno de los ciclistas.
- No lo sé -le contesto y luego pienso en las posibles respuestas a esa pregunta.  


Francien y Edson, los encargados de la cocina con sazón peruana-holandesa

Pero no es en realidad un pueblo, parecen más bien las bases del campamento de un proyecto temporal de Chavimóchic. Chavimóchic, un proyecto de irrigación e hidroeléctrica. Horas después le pregunto a un policía y me dice que hace varios años vivieron allí algunos trabajadores del proyecto. "Construyeron un canal de irrigación y se fueron". Y ahora quedaron las bases de esa ex cancha de fulbito.

A la mañana siguiente, después de beber un café caliente, pues hace frío en la costa peruana, sopla un viento helado a toda hora del día, enrumbamos en las bicis hacia la serranía. Es extraño pero no sentimos que estamos trepando de cero metros hacia mil metros sobre el nivel del mar; el camino tiene una pendiente mínima agradable para pedalear.


Uno de los ciclistas a punto de atravesar un túnel largo y muy oscuro

El paisaje empieza a cambiar. Montañas enormes cuyas cumbres son difíciles de percibir. El camino es una línea delgada que repta en las paredes de una quebrada. Túneles oscuros, en trocha, que atraviesan montañas; dos centros poblados de mineros artesanales que extraen "carbón de piedra". La poca gente que vemos nos saluda a lo largo del camino.

La quebrada se convierte de un momento a otro en un cañón donde lo único que se escucha son las aguas del río y las ruedas de mi bicicleta. Aquella noche dormimos en la boca del cañón con luna llena y sin viento.

Al día siguiente dejamos el campamento y empezamos a trepar el camino hacia los 2.500 metros sobre el nivel del mar. Curvas en zigzag. Cactus, pequeñas casas de adobes, perros que salen a ladrar detrás de nosotros. Piedras que saltan en el camino.

En un puente un grupo de trabajadores me grita: "viva el Perú gringuita", y se ríen cuando les repito "viva el perú, carajo". Más allá una señora me saluda en la lejanía con un saludo quechua de bienvenida y otros alzan la mano cuando nos ven pasar. Pasamos por pequeños caseríos y Huallanca y la trocha sube y baja en zigzag.


Un descanso al lado del cañón
El cañón del  Pato es tan estrecho que en la trocha apenas cabe un camión mediano con sus cuatro o seis ruedas. Tiene muchos cactus y es seco, y lo mejor de todo son los 47 túneles que se tienen que atravesar. Dicen que antiguamente era trocha carrozable donde la gente con miedo cabalgaba hacia el otro lado del valle : Caraz o Huaraz.

A nosotros nos tocan túneles largos y de miedo. En uno de ellos tenemos que detenernos para dejar pasar a un grupo de camiones. Nuestras linternas no son lo suficientemente buenas y el ruido que puede producir un motor dentro de una de esas cavidades en las montañas es de terror. Pero salimos airosos de esa aventura y llegamos a Caraz a media tarde a refrescarnos con los buenos helados de la zona.

Ahora escribo desde Huaraz, nuestro punto de descanso. Mañana lunes salimos hacia el Parque Nacional Huascarán... nos esperan muchìsimas aventuras más. Esta noche llueve aquí. ¿Cómo será mañana a 4.200 msnm?

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