22/8Entro a territorio peruano con la emoción de regresar a casa. El paisaje es distinto, los rostros alegres. Las montañas ecuatorianas son verdes, aquí áridas, tristes, con poco color. Me pregunto ahora ¿qué se gana al cruzar una frontera?
Lamenteablemente los agentes de aduanas nos hicieron la vida un poco difícil en la frontera. Yo tuve que mandar a los ciclistas a su destino, mientras yo intentaba arreglar los papeles de la Chevy. Estuve allí en territorio de nadie hasta las 4 de la tarde con el calor del desierto y la compañía de unos agentes que no hacían nada, esos kinkones.
Entro a territorio peruano y me pregunto qué pasa aquí. En los desiertos piuranos, los burritos jalan bidones de agua para llevar a los pueblos. Hay casas perdidas en el desierto. La gente anda con el rostro cansado. Entro a la profundidad de la tierra. ¿La recordaba así? Por supuesto que la recordaba con amor, pero había olvidado mirarla.En Piura me encuentro con los viejos colegas y los amigos del barrio. La necesidad de divertirse sigue siendo la misma, no ha cambiado. La necesidad de hablar de sí mismo tampoco cambia. A la gente le gusta mostrar que tiene una cuna de oro cuando a mi lado los gringos me dicen: “hay mucha pobreza”.
Entro a territorio peruano y no quiero perder la alegría. Me bebo unas cervezas con los ‘patas’ y sigo camino al día siguiente hacia Chulucanas. Allí me reciben los ciclistas con mucha emoción: “qué bueno que hayas arreglado lo del carro”. Aquella mañana avanzamos hacia Motupe por una carretera super moderna que nadie usa: por eso sigue siendo moderna, quizás, del proyecto Olmos que sigue avanzando a paso de tortuga.En Motupe un pueblo de pocas almas hay pocos hoteles. Uno de ellos se llama Tokyo. “¿Por qué se llama así, señora?”. Ella me mira con seriedad y me dice: “en agradecimiento a unos japoneses que nos dieron la platita para construirla”. La dueña del hotel no quiere que ni le toquemos las paredes. Sólo nos queda armar nuestra cocina en la calle. “Señorita, eso da mal aspecto, qué van a decir los vecinos de mí”. Todos los vecinos de la calle jalan sus sillas y se sienta alrededor nuestro a mirarnos preparar el almuerzo a los ciclistas: somos un show televisivo en vivo. A los pocos minutos pasa una procesión con un ataúd, es un entierro. No nos queda otra que entrar al hotel.

Entro a territorio y tengo el orgullo de ser peruana y darles de comer nuestras parihuelas, filetes de pescado, cebichitos.
En Lambayeque vamos al museo Las Tumbas Reales. Impresionante el trabajo que Walter Alva se mandó en reconstruir y refaccionar al Señor de Sipán. Siento orgullo peruano por dentro, esto vale la pena, pienso, y me pregunto: ¿Dónde quedó esa riqueza?
Pero lo recuerdo a Alva contándome la historia detrás del museo: el poco apoyo del gobierno peruano, la corrupción en el INC, la búsqueda de recursos para su construcción. “La gente del INC no tenía idea de lo que era un museo, querían armar cualquier cosa antes de tomarse el trabajo de armar un museo como la ley de museos manda”. Su mujer estuvo detrás gestionando la construcción de un museo moderno. Lamentablemente la señora Alva no llegó a ver la obra monumental que construyó. Walter vigila ahora al Señor de Sipán.
Mis amigos me buscan en Lambayeque para tomarnos unas cervecitas y comernos un cebiche. Hacía mucho tiempo que no comía un cebiche con buena música de fondo. “Todos vuelven a la tierra en donde nacieron” de los Morochucos. Me emociono hasta la lágrima.
En Lambayeque vamos al museo Las Tumbas Reales. Impresionante el trabajo que Walter Alva se mandó en reconstruir y refaccionar al Señor de Sipán. Siento orgullo peruano por dentro, esto vale la pena, pienso, y me pregunto: ¿Dónde quedó esa riqueza?
Pero lo recuerdo a Alva contándome la historia detrás del museo: el poco apoyo del gobierno peruano, la corrupción en el INC, la búsqueda de recursos para su construcción. “La gente del INC no tenía idea de lo que era un museo, querían armar cualquier cosa antes de tomarse el trabajo de armar un museo como la ley de museos manda”. Su mujer estuvo detrás gestionando la construcción de un museo moderno. Lamentablemente la señora Alva no llegó a ver la obra monumental que construyó. Walter vigila ahora al Señor de Sipán.
Mis amigos me buscan en Lambayeque para tomarnos unas cervecitas y comernos un cebiche. Hacía mucho tiempo que no comía un cebiche con buena música de fondo. “Todos vuelven a la tierra en donde nacieron” de los Morochucos. Me emociono hasta la lágrima.
6 comentarios:
Susi:
Tienes frases memorables, fotos precisas y emociones intensas. Te felicito y como siempre te mando mi cariño.
Fabiola
En territorio peruano y habiendo llegado a Piura, que verdadera emoción !!! que bueno que al momento todo este bien a pesar de los percances que nunca falta. Mucha suerte y siempre al tanto del blog
Hola mi Su:
No creas que ya no sigo tu blog... Creo que soy tu fan número 1, jajaja. ¿Cómo va todo? ¿Qué dice mi cuñado Wilberg? jajaja. ¿Cómo evolucionan las cosas con el man? Me ha dado risa leer que para usar internet o imprimir te han mandado a cruzar la frontera, jajaja. ¿Contenta en tus tierras? Veo que sí, que sigues amando a tu país como siempre. ¿Dónde andan ahora? ¡Me debes una llamanda! De todas maneras veamos si puedo llamar el fin de semana, ya coordinamos. Besos,
Pao
querida su,
cuándo llegas a trux? estoy preocupado por tu llegada, espero sea pronto, me dijiste que llegarías el 29 de agosto, que es mañana... besossss
césar.
Y la expedicion sigue..!! Que bien que estes de vuelta por Peru (pero aun sigo pensando que esta mal que el peloton no pase por Lima).
Ahh El Señor de Sipan, me encanto ese dia en Chiclayo, fue ese finde cuando me encontre con Angela.
Ya han hecho algo con el local municipal? cuando pase por ahi el incendio habia sido recientemente... una pena.....
Ta que eticosa la del hotel..... le hubieras enseñado fotos de la partida en Mitad del Mundo para que se callara.. .jijiji.
Su:
Con esta entrada me emocionaste a mí hasta la lágrima!
Repito: leerte es como estar allí.
TQM, my friend,
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