Ayer fue uno de esos días alucinantes.
El día empezó con un poco de viento, nosotros estábamos en un desierto. Hacía más de veinte grados de calor bajo el sol, nosotros pensamos hoy será un día caluroso de nuevo.
El pelotón salió a las ocho de la mañana, rumbo a un poblado llamado Pino Hachado. Rob nos advirtió que iba a haber viento, que lo mejor era salir temprano para llegar antes del anochecer, aunque aquí en La Patagonia anochece tarde, más allá de las nueve, a nosotros nos cuesta tener noción del tiempo.
160 kilómetros. El viento está fuerte. Didier y yo vemos un arcoiris en el horizonte junto a un nevado blanco.
-¿Estará lloviendo allá? -le pregunto a Didier.
-No necesariamente -responde.
La carretera está asfaltada, y va directo al nevado blanco. Recuerdo en ese momento las palabras de Rob: nos estamos dirigiendo al oeste, hacia un poblado llamado Pino Hachado. Yo me quedo pensando en el nombre de ese lugar Pino Hachado, y le explico a Didier el significado en español. Un Denneboom cortado con un hacha. Qué curioso ese nombre. Un pino pelado, en otras palabras.
Poco a poco vamos trepando carretera. Allí los ciclistas sufren mucho, avanzan apenas a pocos kilómetros por hora porque el viento empieza a hacerse fuerte. Nosotros tomamos unas fotografías con un arco iris impresionante y seguimos rumbo al oeste. ¡Para qué continuamos! El viento empieza a complicar el camino... el carro se mece como un temblor de tierra, la lluvia aparece de la nada a reventarse contra el parabrisas.
No paramos, seguimos. Imposible abrir las ventanas. El paisaje empieza a poblarse de árboles, de unos pinos con los troncos laaargos, con las ramas aparentemente cortadas. Lamentablemente el viento y la lluvia no nos permiten detenernos. ¿Qué tipos de árboles son? ¡ Parecen palmeras ! pero son araucarias, unos árboles en peligro de extinción.
Llegamos a Pino Hachado. Allí vemos una cabaña-café-restaurante en un cruce de caminos. El viento sopla muy fuerte, la lluvia golpea contras las ventanas. Un argentino simpático nos deja pasar a la cabaña: una estufa calienta el lugar.
Después de una hora, LOS CICLISTAS NO LLEGAN !!!
¿Qué habrá pasado? Nosotros estamos en la cabaña esperándolos... ¿el viento se los habrá llevado?
Una hora después o más veo llegar a Wilbert con esfuerzo en su bicicleta. Me dice asustadísimo que los ciclistas se quedaron a medio camino detrás de una roca, que el viento es peligrosísimo.
"Las bicis parecían cometas!, tuvimos que gatear".
Didier sale rápido a socorrerlos. Tiene que hacer dos viajes.
Cees cuenta después: "Diez kilómetros antes de llegar aquí, el viento era tan fuerte que tuvimos que bajar de las bicis a empujarlas, hasta que llegó un momento en el que nos escondimos detrás de una roca. El viento traía tierra y piedras... peligrosísimo".
Después de una fotografía en grupo allí en la cabaña del argentino tan buena gente, los ciclistas siguen ruta, aunque Bike Dreams haya anulado ese día en bicicleta, aunque siga con viento y lluvia.
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