El viento, siempre el viento, famoso en Patagonia.
De Las Lajas a Aluminé, dos poblados al borde d la cordillera de los Andes, en Argentina, donde las montañas no son demasiado altas, y el viento, el insoportable, absurdo, fastidioso viento, pasa desde tierras chilenas, que están muy cerca, hacia las argentinas, y forma tormentas de tierra, lluvia, nieve, por la diferencia de temperaturas, frías y calientes,
Y obstaculiza el pedaleo.
El viento sopla de oeste a este.
Pero hoy vamos en dirección contraria. Tenemos que cruzar una carretera que lleva de este a oeste. Con el aire en la cara, en los brazos, las piernas, las ruedas de la bicicleta. Con uno de los cuatro elementos agolpándonos nuestro cuerpos en dirección a Ushuaia, al fin del mundo. Como si esa fuerza de la naturaleza se estuviera vengando de nosotros.
A cuarenta kilómetros vemos una señal de tránsito : viento.
Hacemos una curva y no hay nada que hacer. Algunos lo cruzan caminando. Otro pedaleamos sin amor, mientras que otros renuncian, se suben al vehículo de apoyo del tour y lanzan improperios, dicen esta mierda, a qué nos han traído, al Andes Trail, a este viaje al fin del mundo, cada vez más difícil y con trochas y subidas y encima el viento que jode esta etapa.
Después de la curva a agarrarse de los manubrios. Pedalear a 5 kilómetros por hora y esperar llegar al refrigerio.
Araucarias en masa. Que parecen palmeras a lo lejos (pero son pinos), con troncos altos y gruesos, y las ramas en sus copos.
Pino Hachado. El mismo nombre lo dice. Un poblado argentino al lado de la frontera con Chile, que en los inviernos está cubierto de nieve y en la primavera sol y nubes cargadas con chubascos.
- Aquí no para de soplar todo el año –me dice una señora, dueña de un restaurante.
- ¡Es usted de aquí?
- Sí, poooo -me dice, con un acento medio achilenado, le pregunto si es argentina y me dice sí-: Aquí todavía se vive una vida sanísima, no como en las ciudades y los poblados grandes... aquí se es hombre todavía, po.
Después de Pino Hachado vamos hacia Aluminé. El viento en la cara, al costado, luego a la espalda. Cruzamos una cordillera, trempamos hasta la nieve (entre las araucarias) y después un descenso de 60 kilómetros en trocha. Suave el descenso pero con viento a la espalda.
Y llegamos al Lago Aluminé, vemos un cóndor planear a lo lejos. Asfalto. El camping.
Hay que saber cómo vencer al viento y a la vez aprovecharse de él. Un verdadero reto.
1 comentario:
Mucha suerte y a continuar con el viaje!!!! felicitaciones Su!
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