No todo es como lo solemos recordar. Los recuerdos siempre vienen cargados de matices. A veces, un ideal.
Rememoramos un lugar de acuerdo al clic fotográfico. Esa foto tan bella, te dicen en casa tus amigos.
O también a cómo lo hayamos vivido desde un vehículo o una bicicleta o caminando.
Pero los lugares no vuelven a ser los mismos cuando se regresa por una segunda vez. Simplemente son diferentes, otras experiencias, otra gente.
Y eso me sucede en el Lago Rivadavia, hoy.
Foto de postal : yo hace dos años sentada sobre el tronco de un árbol muerto, que creció torcido y metió sus ramas dentro del lago, el agua de glaciar.
Hoy : el árbol sigue allí pero invadido por personas que se sientan sobre él. “Parece un animal prehistórico”, dice alguien por allí.
Y yo ya no tengo mi momento íntimo con el árbol ni con el lago ni con esos bosques de alerces, árboles viejos con troncos gruesos. Mucha gente, demasiada gente. Otra experiencia.
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