¿Qué es la Patagonia , ese vasto territorio de cuatro mil kilómetros o más de norte a sur, que conecta un continente con los más lejanos confines de la tierra? ¿Si a esto se le llama el fin del mundo, podría también ser su principio? ¿de un final en este Andes Trail, pedalenado contra un lugar enigmático y a la vez confrontado al viento Antártico?
Un pino hachado
Después de pedalear por catorce semanas a lo largo de la cordillera de los Andes, ingresamos a la Patagonia , por fin.
De Las Lajas a Aluminé, dos poblados al borde de la cordillera perdidos en el mapa, en Argentina, donde las montañas no son demasiado altas, y el viento no conoce fronteras: pasa desde tierras chilenas, que están muy cerca, hacia las argentinas, y forma tormentas de cien kilómetros por hora. Y obstaculiza el pedaleo.
El pedaleo. Aquí es duro pedalear.
El viento sopla de oeste a este, hoy. Nosotros tenemos que recorrer una carretera que culebrea por la montañas, primero en asfalto, luego en tierra, en dirección al sur. Una señal de tránsito nos advierte: viento, con un dibujo en forma de palmera inclinada. A agarrarse de los manubrios y pedalear a cinco kilómetros por hora. Algunos renuncian, se suben al vehículo de apoyo del tour y lanzan improperios, otros marcamos el paso sin amor.
De pronto, aparece uno de los paisajes más bizarros y hermosos de la ruta, de aquellos paisajes que uno olvida poco o no se van nunca. Unos árboles que parecen palmeras pero son pinos, como deformados árboles navideños, con troncos altos y gruesos, y ramas como copos. Araucarias en masa, ya en extinción, que no nos abandonan aquel día.
- Aquí no para de soplar el viento todo el año –me comenta una señora, dueña de un restaurante en el que nos detenemos a tomar un refrigerio.
- ¿Es usted de aquí? -le pregunto.
- Sí, poooo -me dice, con un acento medio chileno, le pregunto si es argentina y me dice sí-: Aquí todavía se vive una vida sana, no como en las ciudades y los poblados grandes... aquí se es hombre todavía, po.
El poblado se llama Pino Hachado en honor a las araucarias. Es un poblado fronterizo con mucho viento.
Continuamos rumbo a Aluminé. El viento en la cara, al costado, luego a la espalda. Cruzamos una cordillera, trempamos hasta la nieve (entre las araucarias) y después un descenso de sesenta kilómetros en trocha. Suave el descenso pero con viento a la espalda.
(esta historia continuará)
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