Las nubes cubren la ciudad de Huancayo y sueltan un corto aguacero. ¿El verano andino ha empezado ya?, le pregunto a una señora que mira conmigo al cielo y quizás, quién sabe, se pregunte lo mismo.
A lo largo del camino hacia Huancayo ha llovido y la gente : las señoras en ponchos vendiendo quesos frescos en sus quioscos, los hombres con sombreros regresado de sus chacras o acompañados de un grupo de vacas y un perro, dicen que el verano se ha adelantado, que la época de lluvias viene reciencito en octubre, que no es normal que llueva tanto en setiembre. Y eso que recién ha empezado ya.
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La Plaza de la Constitución y la Catedral de Huancayo |
Uso este tiempo verbal (el pretérito perfecto) porque aún sigue lloviendo, y ahora estoy en Huancayo, al lado de la plaza viendo llover. Me pregunto : ¿Cuánto durará esto?
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Una de las calles más concurridas de Huancayo |
Y recuerdo la primera noche que llovió sobre los 4,200 metros de altura, en el techo de mi carpa (tienda de campaña), con las nubes cubriendo los nevados del Parque Nacional Huascarán, y el ascenso a los 4,880 msnm con gotas de lluvia pero también con un poco de nieve, cayendo sobre mi rostro mientras pedaleaba. Y la noche en Tingo Chico, cerca a Huánuco, nuevamente lloviendo en el campamento. Y el peor día en Cerro de Pasco, a los 4,300 msnm, cuando varios ciclistas renunciaron y se subieron al vehículo de apoyo por la lluvia y el extramo frío.
Mañana nos dirigimos hacia Ayacucho por una carretera casi invisible a la que le llamo "la del Perú profundo".
Ahora mientras camino por las calles de Huancayo, esta ciudad con mucho movimiento nocturno: las farmacias abren hasta las once de la noche y las discotecas también funcionan los días lunes, algo poco normal en una ciudad pequeña, espero no ver más lluvia los siguientes días. Pero Huancayo está por las nubes y quizás nosotros los ciclistas terminemos allí también.
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